sábado, 18 de octubre de 2008

1ª semana: 8 y 9 de octubre

Ésta es la primera semana de clase, y la apertura del curso coincide con la gran crisis económica que asola todo el planeta. Entre las causas de la crisis está la generalización en EEUU de las hipotecas basura o subprime. Ésto quiere decir que los bancos restringen los requisitos para otorgar sus créditos. Me centraré en EEUU, donde se han estado dando créditos a personas sin estabilidad laboral o directamente sin trabajo, con otras deudas y créditos, o con avalistas también endeudados, un desastre. Como consecuencia ha llegado un momento en que la morosidad era tal que los bancos caían en banca rota. Y cómo no, EEUU marca tendencia, y el resto del mundo ha caído detras de éste gran titán de las finanzas.
La globalización es uno de los grandes pasos de las sociedades modernas. Nos permite todo lo bueno y nos avoca a todo lo malo. Las economías actuales se encuentran inmersas en un sistema que traspasa las fronteras estatales permitiendo que a veces ni éstas mismas puedan controlar sus efectos nacionales. Llega un punto en que la econimía mundial se convierte en el títere de unas cuantas empresas. La paradoja en éste ámbiente liberal es que tenga que ser el estado el que salga al rescate de dichas empresas y en especial de esos bancos, cuando éstos quiebran. Es decir, que con el dinero de las arcas públicas, recaudado por todos y cada uno de los ciudadanos contribuyentes se subvencionan actividades financieras que se restringen al ámbito privado. Luego nos encontramos con escenas como las vacaciones o las cenas millonarias que se pegan los altos directivos de dichas empresas para celebrar el ansiado rescate.
Pero en fin, así es el sistema. Son necesarias dichas operaciones en favor de la solvencia de los mercados por el hecho que apuntaba antes, debido a que la economía es algo global, y las caídas de algunos de los principales bancos hipotecarios de importantes países repercute en el hombre de a pié.
El miedo, ese si que es un titán. Y en este campo ha jugado un papel imprescindible provocan que los mercados bursátiles se desplomaran ante la atónita e impotente mirada de quienes habían depositado en ellos gran parte de sus ahorros. Las pérdidas son inconmensurables y la proyección de futuro de éste fenómeno es cuanto menos incierta. La gente en masas a acudido a recoger las miserables migajas que quedaban y la confianza ha quebrado por completo.
Estoy completamente de acuerdo en que el mercado es un aparato de distribución de la riqueza totalmente injusto. De hecho, la mayor parte de las personas afectadas por la crisis ni siquiera habían jugado a la bolsa, a la lotería. Pero mañana cuando esa gente tenga que hacer frente al pago de su hipoteca, o quieran comprar en su mercado se encontrarán que la vida se les ha puesto un poquito más dificil. Aunque sinceramente me importa bien poco la situación de crisis del 70% de los habitantes de los países desarrollados, pues éstos momentos malos solo harán que les resulte más arriesgada la vida, más emocionante, en consecuencia más divertida, pues saben que aunque no se puedan comprar una casa mejor no van a dormir en la calle. Lo que realmente me inqueta es la situción en que dejamos a los países en vías de desarrollo. Otro techo de cristal para ellos, otra barrera que romper, porque éste mercado no solo no es en absoluto justo, sino que hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, y lo que es peor, les despoja de su dignidad.